Coluna Fictio Iuris
El desastre de East Palestine ocurrido hace algunos días pone sobre la mesa, una vez más, la importancia de cumplir con los protocolos de actuación en aras de evitar situaciones que lesionen o pongan en peligro a la población. Según las imágenes que se han podido obtener, el tren que transportaba materiales peligrosos y que descarriló en Ohio (EEUU) el 3 de febrero del presente año, ya presentaba fallas desde 35 km antes del lugar del accidente, saliendo chispas de varios de los vagones que, posteriormente, explotarían como consecuencia del descarrilamiento.
Actualmente, las autoridades están valorando el daño producido y, al mismo tiempo que se intenta tranquilizar a la población, surgen noticias contradictorias que van desde la consideración del incidente de East Palentine como una especie de nuevo Chernóbil a pequeña escala, hasta versiones de que si bien los materiales eran altamente inflamables sin embargo no son tan contaminantes como se dice en internet. A todo ello hay que añadir algo que llama especialmente la atención, y es que los medios audiovisuales no han dedicado una gran atención al accidente, más allá, quizás, de los dos primeros días, de tal forma que pareciera que se intenta minimizar la información o, incluso, ocultar las consecuencias reales. Por otra parte, si se llegan a considerar las teorías de la conspiración acerca de los recientes objetos volantes no identificados que, supuestamente, han sido derribados en Canadá y en EEUU, la trama toma un mayor componente de interés o de susceptible análisis, pues justamente el estado de Ohio se encuentra en frontera con Canadá, por lo que los argumentos de que ambos países intentan ocultar las consecuencias reales con la columna de humo que otorgaría derribar objetos no identificados ganaría una discutible mayor fuerza.
Lo único cierto en este momento es que la empresa de transportes tendrá que dar explicaciones acerca de los protocolos tanto mecánicos como de seguridad que siguieron a la hora de poner sobre los raíles un tren que parecía presentar fallas con una carga extremadamente inflamable y peligrosa para la salud, no solo de los humanos sino también de los animales y de la flora. El hecho de que residentes ya hayan señalado que han aparecido vacas, caballos, peces y ranas muertos en las inmediaciones de la población pone sobre aviso respecto de algo preocupante. Habrá que ver si la responsabilidad de la empresa se limitará a pagar los daños, difícilmente cuantificables, por cierto, o si habrá alguien individualizado que tendrá que enfrentar la justicia.
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