En un lugar machista, de cuyo nombre no quiero acordarme        

29/11/2021

Coluna Fictio Iuris

“El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo.”

Eduardo Galeano

El pasado día jueves 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en un contexto en el que, lamentablemente, continúan siendo una tónica bastante común los comportamientos que, de una forma u otra, atentan contra la mujer.

Generalizar es malo, sin duda, no obstante bajo este razonamiento no se deben habilitar situaciones que permitan y hagan normal el hecho de mirar hacia otro lado cuando se da esa violencia o, simplemente, como ha señalado algún que otro político, se consideren como actos aislados que, según ellos, no revelan la realidad.

Su servidor, no por ser mejor o peor que otros sino por simple objetividad, se ha percatado de multiplicidad de situaciones que las mujeres deben afrontar en su realidad del día, desde tener que soportar miradas más que lascivas en el transporte público, hasta tener que aguantar comentarios tremendamente desafortunados que, sin embargo, de forma sorprendente, crean una especie de clima de compadreo entre los que los formulan.

Muchas veces, desde la perspectiva de nosotros, los hombres, se llegan a crear excusas, justificaciones o explicaciones que no pueden ni deben ser admitidas. Un ejemplo de ello lo he vivido en algún que otro trabajo, en los que he tenido la suerte de compartir labores con compañeras cuya capacidad, eficiencia y conocimientos se han hecho más que evidentes en todos y cada uno de sus días como trabajadoras; evidencia que parece no haber sido vista por los empresarios, empleadores o patrones (como prefieran llamarlos).

Estoy completamente seguro de que algún que otro hombre (partidario de estas conductas) que esté leyendo esta columna, pensará que soy una especie de traidor al género masculino, de igual forma que estoy seguro de que contará con seguidores, acólitos y palmeros que perpetuarán los comportamientos de su amo que atentan contra las mujeres amparándose en falsas justificaciones o erróneas interpretaciones de que la violencia solo se refiere a golpes, malos tratos o amenazas.

El último informe de ONU Mujeres revela una realidad muy preocupante que muchos se niegan a aceptar (tal vez por machismo), y es que 1 de cada 2 mujeres mencionan que son o conocen mujeres que han experimentado violencia desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Asimismo, los datos de este informe también ponen sobre la mesa que 7 de cada 10 mujeres piensan que la violencia doméstica se ha incrementado desde la pandemia y 3 de cada 5 piensan que el hostigamiento sexual ha empeorado en espacios públicos durante el mismo periodo.[1]

Hablar de violencia contra las mujeres no es solamente referirse a conductas agresivas, sino también a todas aquellas otras que dificultan o, incluso, evitan que las mujeres puedan progresar en los diferentes ámbitos de su vida.

Precisamente, hace pocos días, tuve la infortuna de conocer otro caso más de tantos de violencia contra la mujer, el cual, además, fue llevado a cabo por un grupo de hombres, precisamente de esos que antes califiqué como acólitos y palmeros -por no otorgarles otros adjetivos políticamente incorrectos-, que falsamente se vanaglorian de ser defensores de los derechos de la mujer desde una posición que, como si de esclavos se trataran, dicen “sí, bwana” a todo lo que ordena el autoproclamado como ser superior que les señala los lineamientos de actuación desde su sillón y que este grupo de aduladores, en su incapacidad para razonar por sí mismos debido al extremo servilismo con el que se conducen, aceptan sin cuestionar y sin tener un mínimo sentimiento de culpabilidad.

La conducta a la que me refiero se encuadra en el marco de lo que podríamos denominar como promoción en la carrera laboral de una trabajadora que, a pesar de tener méritos más que suficientes para dicho ascenso, fue echada a un lado para beneficiar a hombres que poca o nada aptitud han demostrado para el mismo trabajo.

Como decía hace algunas líneas: generalizar es malo, pero peor es ver situaciones como estas desde prismas machistas que defienden comentarios como, por ejemplo: “es que aún eres muy joven para promocionar en tu trabajo”, “es que él tiene más antigüedad en este trabajo”, o “ya tendrás tu oportunidad más adelante”. Esta realidad me genera una pregunta: ¿estamos ante una sociedad en la que realmente se premia el mérito?

Como no se debe generalizar, no voy a dar una respuesta a este interrogante, pero de lo que sí estoy seguro es de que hace falta un importante cambio de mentalidad con urgencia.

Hoy en día, hay sociedades en las que se sigue perpetuando el comportamiento machista, viendo a las mujeres como objetos cuyo cometido se limita a cocinar, lavar la ropa y limpiar la casa, de igual forma que, también, hay conductas (de políticos específicamente) tendentes a fortalecer a la mujer como estrategia de imagen pública pero no porque realmente piensen que se requiere un cambio.

Con todo lo escrito, pretendo poner de manifiesto dos puntos fundamentales: i) la violencia contra las mujeres no son solo actos agresivos y, ii) la sociedad actual definitivamente no está asentada en la cultura de la meritocracia.

En fin, como comentaba hace un rato, habrá quienes piensen que quien escribe estas líneas es un traidor a los hombres, a esa honrosa (con ironía) historia de machos alfas de lomo plateado que han conformado la historia mundial pero, en cualquier caso, esa posible calificación de traidor me preocupa menos que nada ya que, como dijo el filósofo griego Antístenes: “los cuervos devoran a los muertos y los aduladores a los vivos” y, por desgracia, actualmente hay demasiados aduladores que veneran a esos machos alfas entre risotadas, codazos de complicidad y gruñidos que hacen que hasta los cerdos hambrientos en su pocilga tengan más modales cuando les echan los despojos de la comida de sus dueños. Mientras sigan existiendo esos aduladores, seguirá existiendo el machismo, la violencia contra las mujeres y la perpetuidad de pensamientos retrógrados, caducos e inadmisibles que en nada ayudarán a evolucionar hacia nuevos y mejores escenarios de igualdad de género.

 

Notas e Referências

[1] Datos disponibles en https://data.unwomen.org/publications/vaw-rga Consultado el 28/11/2021.

 

Imagem Ilustrativa do Post: woman holding sword statue // Foto de: Tingey Injury Law Firm // Sem alterações

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