El hartazgo como elemento decisivo

16/08/2022

Coluna Fictio Iuris

“La realidad es un asco, la odio, la odio; pero ¿en qué otro sitio se puede encontrar un buen bistec para la cena?”. Woody Allen

Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de estar varios días en mi país después de más de dos años de pandemia sin poder ir y lo que me encontré me llamó mucho la atención. En los últimos tiempos, la historia de la política española ha estado navegando entre dos aguas principales: el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sin embargo, en este viaje he podido ver que la mentalidad y la realidad española están cambiando, y mucho. Si bien las próximas elecciones generales no serán hasta noviembre de 2023, las encuestas que se están realizando ya muestran unos datos, cuanto menos, curiosos, y es que el partido Vox, de reciente creación (2013) y con postulados que algunos califican de ultraderechistas y de radicales, está ganando simpatizantes a una velocidad inusitada. Hasta aquí se podría pensar que la sociedad española está cambiando sus filias y, con ello, el sentido del voto, sin embargo, no creo que esto sea lo que está sucediendo en realidad.

Después de hablar con mi familia, amigos y compañeros universitarios españoles, he detectado más hartazgo, desconfianza y, por qué no decirlo, asco, que un cambio real en la ideología política de la gente. Precisamente, ese hartazgo es respecto a los partidos tradicionales (PP y PSOE), quienes parecen haber olvidado su esencia o, cuanto menos, los postulados que sus partidos deberían sostener, para cambiar sus objetivos buscando el mandato a toda costa. Esta búsqueda del poder se ha convertido en el auténtico motor de la política española, no importando lo que se tenga que hacer para lograr la meta. Ahora sí que podríamos decir que parece que el lema a seguir es que el fin justifica los medios. Esta ansia por el poder es lo que ha provocado las otras dos características del sentir del votante español: la desconfianza y el asco. Por lo que se refiere a la primera, el hecho de que los partidos tradicionales hayan incumplido sistemática e impunemente sus promesas electorales y que hayan tergiversado y manipulado palabras pronunciadas en sus precampañas para después recurrir al viejo dicho castizo de “donde dije digo, digo Diego” ha provocado que no sean pocos los que ya no creen ni en la política ni en los políticos. Por otra parte, el asco proviene de esa evidencia palmaria, rutilante y grosera de que lo que importa es estar en el asiento del poder, aunque no se sepa ni se tenga la mínima intención de saber qué hay que hacer una vez que se ha logrado el objetivo. Realizando un símil, sería como aquel que falsea todo su curriculum para obtener un trabajo bien pagado y, una vez que lo consigue, su actividad no va más allá de sentarse en la silla esperando que su mentira se mantenga lo máximo posible. Pues bien, en el caso de la política española parece que la mentira ya ha sido descubierta.

El PP está inmerso en una crisis de espionajes y guerras internas que da muestras de todo menos de estabilidad, mientras que el PSOE lleva tiempo perdido en políticas fallidas que, en ocasiones, hacen que rocen o, directamente, se zambullan en el ridículo más absoluto. Basta recordar los memes que se hicieron famosos por la gestión realizada de la crisis sanitaria por COVID-19 o la última propuesta de quitarse la corbata como medida de ahorro energético. Con este escenario, nada halagüeño por cierto, no resulta extraño que la sociedad se harte de todo y, bien a modo de castigo o bien a modo de intento de cambio, decida orientar su voto hacia otras propuestas, propiciando con ello una fuerte división del voto que ya está haciendo de las coaliciones una herramienta fundamental para la conformación de gobiernos (para muestra, el ejemplo de PSOE y Unidas Podemos).

La mayor parte de la clase política (por dar un voto de confianza a algunos) parece que están más preocupados de cómo alcanzar el bastón de mando que de lo que ello implica en realidad, olvidando su obligación de representar a la sociedad y de buscar el interés común. Imagino que, conforme se vayan acercando las elecciones, aparecerán las fotos con niños y gente desfavorecida, la falsa humildad, la artera cercanía con la población y el artificial interés por las preocupaciones de la sociedad, entre muchos otros episodios actuados. A pesar de todo, lamentable y sorprendentemente, parece que esa fórmula funciona como si de un esquema Ponzi se tratase. 

 

Imagem Ilustrativa do Post: Urna Eletrônica // Foto de: TSE - Tribunal Superior Eleit // Sem alterações

Disponível em: https://www.flickr.com/photos/tsejusbr/50514832812/

Licença de uso: https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/

  

O texto é de responsabilidade exclusiva do autor, não representando, necessariamente, a opinião ou posicionamento do Empório do Direito.

Sugestões de leitura