Desde la distancia    

20/04/2020

Estoy vivo en el centro de una herida todavía fresca

Octavio Paz

La pandemia provocada por el COVID-19 en los últimos meses se hizo patente en todo el mundo; un brote que se esparció con gran velocidad, como un hecho insólito en nuestra historia contemporánea, en el que las afectaciones han sido mucho mayores que una mera propagación de un virus, pues los datos revelan que mucha gente ha perdido la vida y que todos estamos expuestos al contagio.

Su impactó ha sido colosal. Prácticamente todos los países han sufrido, sin distinción alguna, los efectos de la pandemia, de tal manera que, en algunos de ellos, los contagios se han dado por miles, reportando cientos de muertos diariamente.

Algunos expertos se preguntan si las actuaciones de los gobiernos fue la correcta y si pudieran haber incurrido en responsabilidad por no actuar a tiempo para contener o reducir el impacto del coronavirus, permitiendo así que el virus se propagara entre sus ciudadanos, e incluso fuera de sus fronteras.

El mundo entero ha puesto una pausa a las actividades para confinarse en sus casas, lo que ha impactado de forma profunda y en muchas formas en la vida cotidiana de las personas. Este estado de emergencia mundial ha obligado a cambiar el ritmo de la vida de las personas, ralentizando los acelerados tiempos e imponiendo nuevos retos desde las tecnologías de la información; sin embargo, hay otras consecuencias que muestran otro lado oscuro que va a tener severos efectos en la sociedad, agudizando las desigualdades existentes, especialmente entre los grupos más vulnerables: este lado oscuro es el económico.

Las medidas implementadas oprimen a las empresas productivas, deprime al sector económico y hacen que aumente el desempleo, dando lugar a que se pronostiquen efectos económicos devastadores, presididos por una crisis financiera que los expertos estiman que solo puede ser comparable con la Gran Depresión.

Afrontar una crisis de tales magnitudes sería ruinoso para algunas economías como las de los países latinoamericanos, las cuales afrontan serios problemas como, por ejemplo, altos niveles de pobreza, así como se debe considerar que un significativo porcentaje de población desarrolla actividades de economía informal, lo que no le permite a una buena parte de la sociedad gozar del debido ejercicio de ciertos derechos como el acceso a la sanidad, licencia por enfermedad, el seguro de desempleo, fondos para el retiro, créditos hipotecarios, entre muchos otros. 

En este sentido el FMI estimó que los mercados emergentes y los países en desarrollo serían los más afectados, ya que requerirán cientos de millones de dólares en ayudas y prestamos del exterior.

  

Hoy una nueva amenaza de recesión global se presenta como un fuerte reto mundial que, probablemente, afectará a millones de personas. ¿Acaso China tiene que asumir el costo económico? Aquí se pondrá a prueba la capacidad de los gobiernos para mitigar la crisis y, por el bien de todos, esperemos que demuestren estar a la altura de las circunstancias.

 

Imagem Ilustrativa do Post: Embrace Sculpture // Foto de: Eric Kilby // Sem alterações

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