Contango  

27/04/2020

Se conoce que lo arrastraba el ansia. Y el ansia deja huella siempre

Juan Rulfo

El petróleo ha tenido un importante protagonismo en las economías mundiales, su precio es referente y ahora el colapso de su demanda lo ha desplomado de forma inimaginable y, con ello, aumenta la incertidumbre en los mercados, reduciendo la expectativa de crecimiento económico de muchos países.

Hace ya varios años que se ha afirmado que las economías deben dejar de depender de los hidrocarburos y buscar nuevas fuentes de energías limpias. ¿Sigue siendo el petróleo el producto más importante del mundo?

Sin duda, el petróleo sigue siendo el gran motor económico para muchos países, quienes no quieren dejar de apostar por la extracción, refinamiento y almacenamiento del mismo; sin embargo, en los últimos meses se han reportados pérdidas importantes en su precio, llegando a números negativos inéditos -en realidad resultó angustiante y sorpresivo para algunos países que el precio llegara debajo del cero y siguiera cayendo-.

El petróleo, como cualquier producto, se rige por oferta y demanda. A través de su comportamiento podemos entender parte de la actividad económica que existe a nivel global; ahora bien, una crisis mundial en materia de salud como la que vivimos actualmente, ha parado a los sectores productivos, a las industrias, a la aeronáutica e, incluso, hasta al tránsito vehicular. Esto ha provocado poca demanda y mucha oferta del producto, lo que llega a depreciarlo.

Adicionalmente, la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita generó un panorama aún más oscuro, pues aunque los productores de petróleo bajaron la producción, esto no fue suficiente ni tan rápido como se deseaba, por lo que las medidas llegaron tarde.

Hoy el petróleo se acumula sin tener la demanda suficiente y se genera un excedente masivo que no tiene mayor espacio donde pueda ser almacenado. Se calcula que cada semana se están almacenando, aproximadamente, cincuenta millones de barriles; cantidad suficiente para proveer a varios países. Es así que todas las condiciones juegan en contra, haciendo que los precios se hundan aceleradamente.

Si bien es cierto que el mercado petrolero siempre ha tenido altas y bajas, en este caso podemos considerar que no funcionaron los equilibrios artificiales de la libre gestión de mercados y ahora está colapsando. Sus efectos nos llevarán a poner a prueba nuestro modelo económico neoliberal; teniendo presente que el ajuste de cuentas puede ser muy doloroso.

Por otro lado, también es una realidad que, en algún momento, la demanda tendrá que revivir -iniciará la sed por el petróleo- y debemos tener cuidado de no pasar al otro extremo, en donde nos encontremos frente a la escasez debido a la reducción en la producción actual, lo que nos llevaría, ahora, a un déficit, un aumento desmesurado en el precio del mismo, lo que complicaría más el escenario, ya que repercutiría nuevamente en los precios de los productos, lo que podría agravar la crisis económica que muchos ya alcanzan a visualizar en el horizonte.

Algunos, sin duda, se beneficiarán de estas condiciones. La crisis de algunos es la oportunidad de otros, ¿será que estas condiciones puedan transformar y reorganizar las economías de una forma más equitativa para algunas regiones del planeta? De momento los días negros del petróleo han generado un efecto contango, en donde el precio del activo vale hoy menos que en el futuro.

El mercado petrolero está hecho polvo y, en una analogía de la Teoría Evolutiva de Charles Darwin, sobrevivirán a la crisis los inversionistas que se adapten mejor a las nuevas condiciones, los más fuertes, en particular, quienes tengan posibilidad de aguantar estos precios.

 

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