Batallas en desierto

16/12/2019

La mayor parte de los hombres, 
falseando la verdad, prefieren parecer a ser.
Esquilo

Jerrold Nadler, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, controlado por el Partido Demócrata, hizo públicos hace unos días, los cargos que presentará contra el presidente Donald Trump dentro del proceso de impeachment o juicio político, el cual implicaría su destitución. ¿Será suficiente para poner en juego la reelección presidencial que se avecina en los Estado Unidos de América?
Trump se enfrenta, por lo menos hasta ahora, a dos cargos: uno por presionar a Ucrania para que investigara y procesara a su principal rival político, buscando que se interfiriera en las presidenciales y así obtener un posible beneficio político en las próximas elecciones del 2020, dañando el interés nacional y utilizando como moneda de cambio la entrega 391 millones de dólares en ayudas militares; y, en segundo lugar, por obstrucción del Congreso en la pasada investigación realizada contra él.
El impeachment busca determinar si el presidente ha cometido o no un delito suficientemente grave como para retirarlo del puesto, toda vez que, en este sentido, la Constitución estadounidense establece que el presidente solo puede ser cesado si ha cometido traición, soborno, u otros delitos graves y faltas. En este sentido los demócratas se han visto muy mesurados al solo presentar dos cargos frente a las muy diversas acusaciones que, tal vez, podrían formularse en su contra.
El mandatario ha tomado con bastante tranquilidad las acusaciones, insistiendo en que no ha hecho nada malo y manifestando que se trata de una loca cacería de brujas.
Llegados a este punto, es importante señalar que no es el primer presidente en afrontar cargos hasta la fecha, pues dos presidentes anteriores ya se habían sometido a ese proceso: Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998. Un tercero, Richard Nixon, dimitió en 1974 antes de que se abriera el procedimiento. 
Debemos tomar en cuenta que aún falta la aprobación del pleno de la Cámara de Representantes y la apertura de un juicio político en el Senado, de tal manera que, solo en caso de acreditarse que el Presidente Trump hubiese cometido crímenes o delitos graves, se podría proceder; no obstante, los republicanos tienen mayoría en el Senado y es muy probable que la acusación no llegue a votarse favorablemente para quienes buscan la remoción del Presidente.
Teniendo en cuenta todo este escenario, es importante destacar el hecho de que cuando en uno de los países considerados más democráticos, se está acusando a su presidente de buscar intervenciones extranjeras para favorecerse, así como también se le acusa de abuso del poder y de presiones políticas, surge como consecuencia una pregunta con implicaciones políticas y filosóficas muy importante: ¿será una enfermedad enamorase de la democracia sabiendo que no tiene esperanzas?

 

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