Un día a la vez

20/08/2018

El opresor no sería tan fuerte si no

tuviese cómplices entre los propios oprimidos

Simone de Beauvoir

En Argentina recientemente se discutió un tema tabú que despertó por meses un debate profundo entre diferentes posturas ideológicas; por un lado, quienes están a favor de la penalización del aborto, y por el otro, los que abanderan la lucha por el aborto legal, ambos con argumentos firmes, pero sólo uno ganó la votación.

El Senado, después de la deliberación decidió no aprobar la iniciativa ya avalada por la Cámara de Diputados, por lo que rechazó el proyecto de ley que permitiría despenalizar el aborto durante las primeras catorce semanas del embarazo, lo que habría convertido al aborto como una medida legal.

Fue una derrota parcial para las feministas, quienes perdieron la votación por un margen estrecho, lo que limita a las mujeres a poder abortar legalmente, habilitándose únicamente para casos de violación o riesgos de salud que ponen en peligro la vida de la mujer, sin embargo, considero que también representa un avance el lograr que el tema fuera sometido a un debate real y que estuviera muy cerca de ser aprobada una ley que implica un avance importantísimo para la lucha de diversas mujeres que creen en la protección de los derechos reproductivos, la libertad y la dignidad de la mujer, quien tiene derecho a decidir sobre su cuerpo.

La campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, buscaba mostrar que la iniciativa de ley favorecía y no estorbaba con el libre pensamiento de quienes pretendían una postura más conservadora “próvida”, toda vez que no induce naturalmente al aborto irresponsable, sino que pretendía el “aborto legal para no morir” dando cuenta de las necesidades de la mejora en educación sexual y el uso adecuado de los anticonceptivos.

En este sentido será importante recordar que la penalización del aborto no reduce su demanda, sino que solo fomenta los abortos clandestinos, en los que muchas mujeres pierden la vida debido a las condiciones en las que se realizan.

Aunque este tema es influenciado y penetrado por cuestiones morales, religiosas, políticas y culturales, tampoco hay que dejar de ver que también se trata de un tema de salud pública que no ha dejado de existir por penalizarlo, y que es una realidad que miles de mujeres ponen en riesgo su vida por una legislación penal que limita sus posibilidades de acceder a la sanidad pública. Basta mencionar que los defensores de la legalización afirman que en Argentina hay medio millón de abortos clandestinos al año y que en los últimos dos años han muerto 43 mujeres en esas condiciones, sin mencionar las demás situaciones de peligro (hemorragias, infecciones, peritonitis, lesiones en vagina y útero) por las que pasan las mujeres que sobreviven.

El aborto no seguro (realizado por personas que no tenían la cualificación necesaria para ello y en un entorno que no respetaba los mínimos estándares médicos) aumenta las complicaciones médicas, siendo una de las cuatro principales causas de mortalidad materna, y de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo se realizan anualmente 55,7 millones de abortos, de los que 25 millones son abortos no seguros.

No se alienta el aborto en absoluto, sería deseable que ninguna mujer tuviera que pasar por una experiencia de esa trascendencia, pero no debemos criminalizar cuando no hemos educado adecuadamente, ya que está en riesgo la vida de los millones de mujeres que acuden desesperadamente a estos métodos.

Cuando no hay servicios accesibles de aborto seguro, muchas mujeres recurren a métodos no seguros a pesar de los considerables riesgos que entrañan. Una mujer que está decidida a interrumpir su embarazo busca la forma de someterse a un aborto independientemente de la seguridad del procedimiento, incluso afrontando las consecuencias sociales que esto le pueda acarrear y aceptando abortar en la ilegalidad, la clandestinidad, a través de métodos caseros nada recomendables, peligrosos y dolorosos para la mujer.

El conservadurismo, el patriarcado, la misoginia, los argumentos moralistas, no pueden estar sobre un tema de salud y no deben detener la progresividad de los derechos ¿Por qué oponerse a consignar más derechos en favor de los individuos? ¿Por qué renunciar a ellos?

La decisión del Senado argentino implica un retroceso en las libertades de la mujer, dejándola sin posibilidad de autodeterminación de su vida, de sus planes, arriesgándola y condenándola a un futuro indeseado.

El movimiento de las mujeres en Argentina ha generado que se voltee a revisar el tema en América Latina y es que las batallas se ganan paso a paso, pues en este momento Cuba, Uruguay y la Ciudad de México han legislado a favor de la legalización del aborto pero aún hace falta mucho por debatir.

 

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