Si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder
Abraham Lincoln
El inicio del año 2021 ha puesto a prueba un país orgulloso de su democracia e instituciones, hoy los Estados Unidos de América están en la mira internacional por culpa de su actual presidente: Donald Trump.
Las recientes elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América se llevaron a cabo en noviembre del año pasado y, desde esos días los resultados mostraron como ganador al candidato demócrata, Joe Biden y, el momento culminante para reconocerlo como el próximo líder político de los Estados Unidos era el conteo y la ratificación de los votos del Colegio Electoral, por parte del Congreso.
Sin embargo, era bien sabido que Donald Trump no aceptaría fácilmente la derrota, toda vez que desde aquel momento emprendió una campaña de desprestigio hacia las últimas elecciones, calificándolas de fraude.
Es así que, el pasado 6 de enero, el Congreso de los Estados Unidos de América se reunió para certificar la victoria de Joe Biden, aunque esto no se logró debido a una intromisión de seguidores del actual presidente al Capitolio. Esta protesta fue impulsada por Trump, quien horas antes realizó varias declaraciones un mitin cerca de la Casa Blanca, así como publicó a través de su cuenta de Twitter, aduciendo que las elecciones fueron un fraude, y alentando a que sus seguidores marcharan hacia el Congreso para impedir que los legisladores certificaran a Biden, todo esto bajo el lema de “Salva a Estados Unidos”.
Tras el llamado, una multitud se congregó en las afueras del Capitolio y, tras forcejear, los seguidores de Trump, lograron entrar, logrando causar destrozos, robos e incluso se reportó un muerto, así como lograron que se suspendiera la sesión.
La actitud de Trump frente a los asaltantes del Capitolio fue alentarlos y protegerlos, incluso desde su postura como Presidente no hizo uso de sus facultades para prevenir el asalto ni reforzó de forma adecuada la presencia de más cuerpos de seguridad, pues después de todo, fue él quien lo motivó. Esto nos hace preguntarnos, ¿qué podemos esperar del Presidente de una de las potencias más poderosas del mundo?
Un día después del asalto los senadores pudieron continuar con su labor y confirmar a Joe Biden como presidente electo para suceder a Trump en el próximo periodo presidencial de Estados Unidos; luego de esto, el actual presidente aseguró que la transición será tranquila, pese a que mantiene su desacuerdo con el resultado de las elecciones.
A Trump se le señala como el incitador del movimiento y responsable de las consecuencias del mismo, lo que ocasionó que varios opositores al líder republicano, e incluso algunos de los miembros de su mismo partido, manifestaran su deseo de que se le destituya del cargo. Por su parte, Twitter decidió cerrar la cuenta del presidente más poderoso del mundo.
Es aquí que hay dos vías para lograr la destitución: a través de la Enmienda 25, alegando incapacidad y, otra vía sería, destituir a Trump a través del juicio político, mismo que se daría en el caso de que el Presidente sea acusado de delitos graves (cabe recordar que Donald Trump ya fue sometido con anterioridad a un juicio político del cual quedó absuelto).
Hoy la incertidumbre es un factor relevante en la vida política de los Estados Unidos; a nivel internacional la política estadounidense está perdiendo credibilidad, en algún sentido ha pasado de ser: de juzgador a juzgado, de orgullo a vergüenza y, del líder a víctima de su propia democracia.
Este movimiento tuvo lugar a muy poco tiempo de que Biden asuma la presidencia, la cual tomará con las evidentes desventajas de un país dividido en posturas que cada vez se ven más radicalizadas, con una población en la cual un sector importante no acepta su legitimidad, y con los problemas acuestas que ha producido, y sigue produciendo la pandemia a nivel económico y de salud.
El escenario de Estados Unidos no se observa precisamente estable, pero siendo como es, una nación orgullosa de su democracia y vida política, en el mejor de los escenarios podemos imaginar que, en aras de mantener el equilibrio del país, los sectores involucrados repararán sus conflictos y lograrán mantener el equilibrio necesario para hacer frente, de manera conjunta, a los desacuerdos y las demás dificultades a las que se enfrenta esa nación, viendo más allá de intereses políticos individualistas y más centrados en el bienestar colectivo.
Sin duda, este es un momento histórico representativo para Estados Unidos de América y, un fuerte llamado de atención para el resto del mundo. Estos eventos nos convocan a razonar que, incluso las democracias más fuertes están en peligro de sucumbir ante los delirios de los enfermos por el poder.
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