Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía
Xavier Villaurrutia
En medio de la pandemia, la crisis económica y la lucha de poderes, el mundo volteó a ver a un sector de la sociedad que en cualquier crisis es de los últimos sectores tomados en cuenta, una comunidad estigmatizada y, que de acuerdo con algunos, es el reflejo de las fallas de una sociedad, nos referimos al sector penitenciario, de las cárceles, de las personas privadas de la libertad y todo el contexto que abarca a quienes son recluidos y olvidados voluntariamente del imaginario de la sociedad ¿Qué hacer con la sobrepoblación en los centros penitenciarios?
La sobrepoblación es uno de los fenómenos que más afecta a los sistemas penitenciaros en Latinoamérica, arrojando datos como, por ejemplo, que en promedio, las celdas en los penales pueden llegar a tener hasta tres veces más personas de lo permitido. Esto es el efecto del aumento de las penas, de la falta de medidas alternativas al uso desmesurado de la pena privativa de libertad y del rezago judicial que genera severos atrasos en la impartición de justicia; de forma que se generan hacinamientos humanos en espacios reducidos de confinamiento, déficit de espacios humanamente habitables, insuficiencia de los servicios básicos dignos, fallas en el sistema de reinserción social y, falta de gobernabilidad y violencia.
En el marco de la pandemia, en la que se buscan el confinamiento y el distanciamiento social, muchos países han generado acciones especiales para abatir el posible contagio en sus centros penitenciarios, por lo que algunos gobiernos han tenido que tomar medidas que implican la liberación anticipada de algunos reos para salvaguardar su salud.
El sistema penitenciario es una fibra sensible y polarizadora de casi cualquier sociedad, en donde se ponen en juego principios jurídicos contrapuestos, como lo son el respeto a la dignidad humana frente a quienes exigen, desde una postura radical, mano dura, castigos severos y la separación de los criminales. En esta problemática se presentan cuestionamientos como ¿la dignidad y los derechos humanos se deberán preservar para las personas privadas de la libertad a toda costa?; ¿qué derechos se deben preservar primero, los de los reos o los de los ciudadanos?; ¿debe comprometerse la salud de la población penitenciaria por el bien de la sociedad?
El sistema penitenciario de América Latina es como un enorme iceberg de problemáticas que exigen un análisis desde la perspectiva de los Derechos Humanos, toda vez que los distintos Estados, desde la suscripción de la Declaración Universal de 1948, han contraído obligaciones en virtud de leyes nacionales e internacionales que promueven y protegen una amplia variedad de derechos humanos sin distinción alguna entre personas, incluyendo, sin lugar a dudas, a los prisioneros de los centros penitenciarios. Ahora bien, las fuertes críticas hacia los derechos de los reos nos permiten regresar a reflexionar qué tan importante es reevaluar la inaplicación de los derechos humanos en los sistemas jurídicos endebles latinoamericanos que se caracterizan por la carencia de certeza jurídica, así como por los altos índices de corrupción, alejados del ideal de Estado de Derecho. Esperemos no encontrarnos nunca en el lugar y en el momento incorrecto.
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