Podemos estar ciegos para lo evidente, y ciegos además para nuestra ceguera
Daniel Kahneman
La pobreza regularmente la vinculamos con la escasez, la malnutrición, la carencia de infraestructura o la falta de acceso a servicios básicos, como la educación o la salud, sin embargo, este concepto va más allá de la falta de recursos económicos. Erradicar la pobreza en todas sus formas, incluidas las inmateriales, nos ayudará a garantizar que las personas disfruten de una vida digna.
Entre los recursos inmateriales podemos mencionar el tiempo. Es bien sabido que el tiempo rige nuestras vidas, destinamos la mayoría de éste para realizar nuestras labores cotidianas, como: el ocio, convivir, estudiar, leer, hacer deportes, entre muchos otros. Sin embargo, cuando una persona presenta una carga excesiva de trabajo, sea remunerados o no, hasta el punto de no contar con el tiempo suficiente para dedicarse a actividades de carácter personal, se puede decir que la persona se encuentra en situación de pobreza de tiempo.
¿La pobreza se agudiza entre los más pobres? En este sentido, se ha iniciado el estudio de la relación entre la pobreza y el tiempo, los cuales afirman que, aunque hombres y mujeres sufren los efectos de la pobreza; en particular, la pobreza de tiempo afecta de forma desproporcionada a las mujeres, ya que son ellas las que tienen cargas desmedidas de trabajo doméstico, de crianza y cuidados, así como de actividades profesionales fuera del hogar. Lo anterior se da especialmente en sociedades con acentuadas divisiones tradicionales de roles de género, impidiéndoles así a las mujeres, niñas y adolescentes alcanzar una verdadera igualdad de género, y por lo tanto la erradicación de la pobreza.
Así, la pobreza en términos generales afecta con más severidad a las mujeres que a los hombres e incluso se podría decir que existe la invisibilización de ciertos tipos de situaciones de pobreza que agudizan las brechas entre hombres y mujeres.
En México, muchas mujeres, niñas y adolescentes, por motivos de desigualdad social se ven obligadas a tomar decisiones en relación con la distribución de su tiempo en actividades del hogar, cuidado de los hijos, actividades laborales y actividades profesionales, lo que provoca una alteración negativa en su bienestar y consecuencias en su salud.
En Latinoamérica muchas mujeres cuentan al menos con un trabajo, además de ocuparse de actividades escolares propias o de terceros, así como sus actividades de crianza, y son cuidadoras del núcleo familiar, por lo que, la carga mental a la que están sometidas se traduce a una gran presión y tensión intelectual, lo que provoca que en varias ocasiones las mujeres se vean en la necesidad de ausentarse frecuentemente de sus actividades laborales, no logren una buena productividad laboral, no puedan aceptar puestos de mayor responsabilidad, tengan que renunciar a sus actividades remuneradas o a sus planes profesionales, o incluso, vean comprometidas su salud física, emocional y mental.
Finalmente, quiero enfatizar que, la desigualdad de género trae consigo la afectación del bienestar general de una sociedad, en donde no se logre alcanzar el bien común. Debe estar claro en la conformación de nuestras sociedades que la distribución de las cargas y la creación de una conciencia social debe construirse desde nuestros núcleos e instituciones más básica.
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