Paz en Myanmar

01/03/2021

No es valiente aquel que no tiene miedo,

sino el que sabe conquistarlo

Nelson Mandela

Myanmar, también conocido como Birmania, es un país asiático que ha mantenido como nota distintiva un gobierno militar, pues si bien atravesó recientemente un periodo de gobiernos civiles desde hace casi un mes se ha visto envuelto en un golpe de Estado por parte del ejército.

Myanmar es un país relativamente joven, pues hace tan solo 73 años obtuvo su independencia de Gran Bretaña y desde entonces ha presentado varios conflictos internos pues en 1962, por medio de un golpe militar el ejército se hizo con el mando del país, posición que sostuvo hasta 1988 cuando la sociedad birmana estalló y se realizaron varias protestas que buscaban una vida democrática en el país asiático. Fue dentro de este movimiento que Aung San Suu Kyi fundó el partido político Liga Nacional de la Democracia (LND), el cual se posicionó en contra de los militares gobernantes, lo que ocasionó que lo pusieran en arresto domiciliario. Los resultados de las protestas y del movimiento social de ese entonces tuvo resultados positivos pues lograron que un año después, en 1989, se realizaran elecciones en las cuales la Liga Nacional fue ganadora, sin embargo, la Junta Militar se mantuvo en el poder.

Dentro de todo esto, Aung San Suu Kyi fue nombrada ganadora del Nobel de la Paz en 1991 por la lucha por la democracia y los derechos humanos contra la violencia, aunque no fue liberada de la prisión domiciliaria sino hasta 1995, pero volvió a ser aprisionada en el año 2000, aunque en esa ocasión fue liberada solo dos años después para nuevamente ir a prisión en el 2003 y, finalmente fue liberada en el 2010, aunque fue hasta el 2012 que pudo asistir a Noruega a recibir su premio nobel.

Y aunque en el 2011 los resultados de las elecciones dieron paso formalmente a un gobierno civil, lo cierto es que de facto el mando continuaba siendo militar, continuando así hasta el 2015 cuando en las elecciones ganó la LND, encabezada por Suu Kyi, sin embargo, debido a una disposición constitucional ella no pudo ocupar el cargo de presidenta, así que este recayó en otro miembro del partido, Htin Kyaw. Aunque formalmente Suu Kyi no ejercía el poder, en realidad sí era ella quien dirigía la política de Myanmar, principalmente en lo concerniente a los conflictos étnicos del país entre los que destaca la minoría musulmana rohingya quienes, debido a la represión que sufrió por parte del ejército, se vieron obligados a huir por las fronteras con Blangadesh; toda esta represión hacia las minorías ocasionó que en el plano internacional Suu Kyi enfrentara un juicio por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, pero internamente, dentro de Birmania, Suu Kyi mantuvo la aprobación y el apoyo como principal opositora al ejército por lo cual en las elecciones de noviembre del 2020 su partido fue nuevamente el ganador.

Cabe mencionar que a pesar de que en las votaciones el triunfo es claro, en la práctica es difícil que la LND y Suu Kyi representen un verdadero contrapeso frente al poder militar pues por disposición de la Constitución de 2008, misma que fue redactada durante el régimen militar, el ejército tiene el poder de tres ministerios bastante importantes: Defensa, Asuntos Internos y Asuntos Fronterizos, además de tener, por lo menos, una cuarta parte de los escaños en el Parlamento.

Hace casi un mes que el ejército realizó un golpe de Estado, bajo el señalamiento de que en las ya mencionadas elecciones hubo fraude, por lo cual, el primero de febrero Aung San Suu Kyi fue arrestada, al igual que el presidente Win Myint; a los pocos días de su arresto la policía presento cargos contra ambos, en el caso del presidente se le acusó de incumplir las normas impuestas por la pandemia y a Suu Kyi inicialmente se le acusó de la importación y del uso de dispositivos de comunicación ilegales, pero un día antes de que expirara la orden de arresto domiciliario la policía presentó un cargo más en su contra por también incumplir las normas impuestas por la pandemia.  Ante esto, las fuerzas armadas decretaron un estado de emergencia y declararon que será hasta dentro de un año cuando se realicen elecciones por lo que durante ese periodo el gobierno quedará bajo el mando del comandante Min Aung Hlaing y una Junta Militar conformada por 11 miembros.

Debido a lo anterior, la Liga Nacional de la Democracia realizó sus propias declaraciones llamando a la gente a no aceptar ese golpe de Estado y a protestar en su contra; el rechazo hacia el actuar militar también se ha hecho presente en otros países, ejemplo de ello es Estados Unidos cuyo presidente, Joe Biden, ha hecho un llamado a los militares para dejar el poder, así también la ministra de relaciones exteriores de Australia, Marise Payne, llamó al ejército a respetar la ley, incluso Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha realizado una declaración al respecto, diciendo que se deben de respetar los resultados de las elecciones.

Mientras que internamente las protestas multitudinarias se iniciaron unos días después del arresto de Suu Kyi y se han mantenido desde entonces, en las cuales se pide el respeto a la democracia y el fin de las dictaduras militares en el país, así como también solicitan la liberación de las personas que han sido detenidas por el ejército, pues el total de detenciones sobrepasa de las cuatrocientas entre políticos, activistas y periodistas.

Por parte del actual gobierno la respuesta ha sido la represión de diversas formas: el despliegue de vehículos armados en las calles, el corte de las telecomunicaciones, el corte de la energía eléctrica y los ataques con balas de goma y gas lacrimógeno hacia quienes se manifiestan, sin embargo, nada de eso ha surtido efecto pues las calles siguen llenas y las protestas continúan incluso con acciones en respuesta a las realizadas por las fuerzas armadas pues en algunas ciudades los pobladores llegaron a coordinarse para bloquear con sus propios autos, los caminos a las fuerzas de seguridad.

No hay que olvidar que Aung San Suu Kyi es la hija del principal impulsor de la independencia de Myanmar y que ella ha dedicado varios años de su vida a la lucha por la democracia en su país, por lo cual es de esperar que siga igual, además se debe considerar que es poco probable que los ciudadanos de este país asiático acepten un nuevo gobierno militar pues durante muchos años vivieron con uno y las actuales manifestaciones representan una lucha por no repetir la historia.

En este contexto debemos estar atentos al desarrollo de esta situación y reconocer que birmanos y birmanas tienen todo el derecho a manifestarse y exigir elecciones limpias, que permitan establecer, sin represión, el sentir real de su pueblo.

 

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