Mujeres con todas sus letras – Por Abril Uscanga Barradas

28/08/2017

Entre los individuos, la armonía nunca viene dada, sino que debe conquistarse indefinidamente

Simone de Beauvoir

El tema de género aunque no se refiere específicamente a las mujeres, ha tomado un tinte muy especial para nosotras, sin limitar y sin circunscribir esto a una clase social, un nivel de estudios, una cuestión de poder o estrato económico, ya que la discriminación y violencia contra la mujer transciende cualquier frontera territorial y se hace patente en mayor o menor medida, sin limitarse por ninguna característica, ya que sólo requiere de un elemento para que se presente: el pertenecer al género femenino.

Es importante separar lo que considero que es el discurso políticamente correcto de reivindicación de las mujeres, concretado únicamente a través de letras puestas sobre un papel al que se le otorga validez jurídica pero que representa un minúsculo porcentaje de cambio en lo palpable socialmente, toda vez que, en este sentido, la vivencia que experimentamos día con día nos hace sentir como si fuéramos extranjeras, en un mundo estructurado a partir del enfoque masculino.

Estas dicotomías se pueden encontrar a diario en actos de violencia extrema como el feminicidio o en detalles sutiles de convivencia traducidos en expresiones como: “ya están muy empoderadas”, cuando seguimos siendo acosadas de forma rutinaria y muchas mujeres siguen sido víctimas de la trata de blancas; “tienen más derechos que nosotros (los hombres)”, cuando no podemos ser libres de vestirnos como queremos y salir a la calle sin percibir miradas lascivas o escuchar lo que algunos erróneamente consideran como halagos; “querían igualdad”, cuando únicamente es una igualdad ficticia o aparente en las leyes, pero tenemos que vivir con barreras dentro del mundo laboral, como los techos de cristal o los pisos pegajosos.

No dudo que, si miramos a gran parte de las legislaciones de los países con gobiernos constitucionales y democráticos, encontremos consignados en sus cuerpos legislativos diversas proposiciones normativas que integran avances relacionados con la “protección” de las mujeres, pero olvidamos analizar que, en realidad, no se necesitaría protección si no se estuviera ante una amenaza o riesgo.

Vivimos en un estado intermedio entre la dualidad de la realidad y el derecho, en el que al mismo tiempo requerimos de una protección específica por ser vulnerables y, por otra parte, nos dicen que estamos sobreprotegidas por las leyes, ya que supuestamente vivimos en un mundo en el que existe igualdad y equidad.

Siendo sinceros, es una aberración que el poder se concentre o diluya por el solo hecho de ser identificado como hombre o mujer, y que muchas de las mujeres tengan que adquirir roles o conductas para no verse excluidas, y es que en muchas ocasiones resulta más fácil aliarse estratégicamente con un hombre para legitimarse, como si su sólo existencia como mujer no contara.

Finalmente, creo que no sería incorrecto reconocer que en muchos sectores, el discurso femenino es poco popular, por decir lo menos, toda vez que, a algunos el sólo pensar en él, les causa repulsión, pereza o molestia, lo que ha callado muchas voces que no quieren ser tildadas de extremistas o de “feminazis”; como efecto, en un buen porcentaje, las mujeres no logran identificar o no quieren reconocer la violencia, conformándose con expresar su sentir en privado, con cierto temor y molestia.

A pesar de todo, considero que no sería correcto aceptar que la falta de reconocimiento de la mujer sobreviene de una condición natural, sino de la necesidad de transitar un duro proceso de conquista, que nos traerá como resultado el que logremos hacernos presentes en un mundo que ha venido ignorándonos, en el que dejemos de ser víctimas de nuestro género.


Imagem Ilustrativa do Post: Bokeh Woman // Foto de: nrkbeta // Sem alterações

Disponível em: https://www.flickr.com/photos/nrkbeta/2256309044

Licença de uso: http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode

O texto é de responsabilidade exclusiva do autor, não representando, necessariamente, a opinião ou posicionamento do Empório do Direito.

Sugestões de leitura