El hombre que no tema a la verdad, no tiene nada que temer a las mentiras
Thomas Jefferson
Hoy en día, el autor fantasma o también conocido como el ghostwriter es cada vez más utilizado en la academia por alumnos y académicos. Se llama autor fantasma porque en realidad la autoría intelectual de un documento es cedida y/o vendida a otro, quien podría no haber tenido ninguna participación en la creación de la obra pero que se llevará el crédito oficial, mientras que el ghostwriter permanecerá en el anonimato.
Esta práctica ha sido habitual y añeja en la historia, sin embargo, cuando esta trasciende a la academia, rompe con los códigos de ética, y aunque pocos quieren hablar sobre ella, es importante, ya que cuestiona seriamente la integridad, reputación y honestidad exigidas por nuestra profesión.
¿Por qué es incorrecta la práctica del autor fantasma? Sin duda, no es lo mismo que algún influencer contrate a alguien para que le ayude a contestar los constantes mensajes de sus seguidores, que pensar en un estudiante que paga para que hagan sus tareas o su tesis. Esto último constituye una falta de ética castigada por los códigos y legislaciones universitarias, ya que se considera que publicar con un nombre distinto a quien hizo el trabajo implica apropiarse del crédito respectivo del verdadero autor.
A pesar de que la figura jurídica más cercana para castigar el ghostwriting es el plagio, es de mencionarse que es cuestionable cómo encuadrar el plagio y si se actualiza dicha figura, ya que, incluso, en muchas legislaciones se requiere de la denuncia de quien fue plagiado; también podemos considerar el ghostwriting como una acción fraudulenta hacia la institución educativa, a los futuros empleadores, así como a la sociedad en general, quienes pone en manos de ese profesionista sus bienes, libertad, salud y derechos fundamentales.
En este sentido, es doloroso reconocer que el combate a la falta de honradez no ha sido una prioridad de las universidades ni de las grandes casas editoriales, y que adicionalmente, es una práctica difícil de identificar y denunciar a corto plazo, la cual solo a través del tiempo podemos notar a partir de los estilos de escritura, contenido y por los propios errores o confesiones de los autores fantasma.
Adicionalmente, es importante mencionar que actualmente los desarrollos tecnológicos nos permiten crear ensayos con la utilización de inteligencia artificial, de tal manera que ya existen técnicas de procesamiento de lenguaje natural (generación de texto) desarrollado por inteligencia artificial. Con lo anterior es evidente que hoy en día afrontamos el gran reto de no conocer con certeza quién es el autor de un texto, por lo que tenemos que confiar en la honestidad de quien lo presenta.
Tal vez, nuestra tarea implicará trabajar desde la honestidad y la realidad, sin exigir lo imposible a alumnos y académicos, para que el punto central sea la calidad y no la cantidad de textos presentados, para que la escritura sea una actividad apasionante, en lugar de ser un sacrificio que requiere ser delegado a alguien más. Si no entendemos esto, estamos condenando a la escritura a un segundo nivel.
Imagem Ilustrativa do Post: Tele Typist (ghostwriter) // Foto de: Matthew Hurst // Sem alterações
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