La adicción del poder

30/07/2018

 "Esclavo es aquel que espera por alguien

que venga y lo libere"

Ezra Pound

 

“Minúsculos, vandálicos, plagas, delincuentes, vampiros, terroristas, golpistas y diabólicos”, así llama el gobierno actual de Nicaragua a los manifestantes que protestan contra el poder establecido en ese país centroamericano; manifestantes que no comparten las ideas, los intereses, la voluntad ni la identidad partidaria con el presidente nicaragüense Daniel Ortega.

Varios opositores han sido reprimidos, detenidos, encarcelados, perseguidos o asesinados, lo que ha sido condenado por la comunidad internacional, sin embargo, la crisis socio-política interna no ha disminuido, y se  han generado varios enfrentamientos entre los policías, los paramilitares, grupos progubernamentales de choque y la población, e incluso, se han producido enfrentamientos contra estudiantes y la Iglesia, haciendo una especial mención a esta última toda vez que ha sido acusada de golpista.

A pesar de la violencia, Ortega se muestra aferrado al poder, incluso a través de las armas, las que le han ayudado a desmantelar a fuerza de balas a grupos que llevan meses exigiendo su renuncia, quienes se han resguardado con barricadas que han sido atacadas sin piedad.

Después de centenares de muertos, parece surgir una pregunta en el ambiente: ¿a qué espera para decir adiós? ¿Acaso pretende negociar una amnistía, o es que quiere el mandato por un cuarto periodo? Según Ortega, el país se está “normalizando”, pero esta aparente calma también se podría leer como el ojo del huracán, en el que las manifestaciones se radicalizarán más para enfrentar la ola represiva que ha desatado el Gobierno de Ortega-Murillo.

Se ha propuesto la realización de elecciones anticipadas en marzo de 2019, aunque el presidente reafirmó que seguirá como presidente hasta 2022, lo que evidencia que, tal vez, una de los mayores miedos será que pretenda influir en las elecciones presentando a su esposa, Rosario Murillo, hoy vicepresidenta, como candidata a la presidencia del país.

Parece que hoy en día, es más común de lo que se desearía ver el regreso de la concentración del poder en una persona, el ejercicio del poder desmedido, el secuestro de los órganos de gobierno, el rompimiento de la división de poderes; sin duda, el regreso de los poderes despóticos, arbitrarios y dictatoriales, pero que a diferencia del pasado, estos cuentan con legalidad y la legitimidad  democrática, de tal suerte que son poderes electos por la mayoría de los ciudadanos.

Es, quizá, una ironía que el mismo movimiento Sandinista que derrocó al Dictador Anastasio Somoza, ahora se haya vuelto el poder a derrocar, haciendo que una vez más, lamentablemente y sin duda alguna, se cumpla esa máxima que dice que el poder produce adicción.

 

 

Imagem Ilustrativa do Post: Power // Foto de: Chad Cooper // Sem alterações

Disponível em: https://www.flickr.com/photos/chadcooperphotos/11874752255

Licença de uso: http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode

O texto é de responsabilidade exclusiva do autor, não representando, necessariamente, a opinião ou posicionamento do Empório do Direito.

Sugestões de leitura