Max Horkheimer y Theodor Adorno critican al «progreso» capitalista propio de la racionalidad instrumental en su obra «Dialektik der Aufklärung» (La dialéctica de la Ilustración) de 1947. Para ellos, la Ilustración está fundada en el propósito original de liberar a los hombres del poder de los mitos que tradicionalmente habían dominado sus vidas. Sin embargo, afirman que la misma Ilustración es un mito: el Poder racional-cognoscitivo-científico que logra el Hombre sobre la naturaleza se convierte en condición necesaria para crear medios eficaces y contundentes con los que se aniquilan entre sí. El dominio del Hombre sobre la naturaleza revela su rostro más negativo en los poderes totalitarios – como el nazismo y estalinismo – que usan los medios científicos-racionales de la modernidad para organizar eficazmente los campos donde concentraron y exterminaron a millones de judíos o donde confinaron a la fuerza a millones de hombres para obligarlos a trabajar hasta la muerte. La idea no permanece exclusivamente a la escuela de Frackfurt, sino que importantes teóricos la han compartido; como Hannah Arendt en «Reflections on Violence» de 1969 y Zygmun Bauman en «Modernity and the Holocaust» de1989; los cuales han visto ejemplos de los caminos del «progreso» del siglo XX como los siguientes.
Hambruna, en ucraniano se pronuncia Голодомо́р (transliterado “holodomor” en nuestro alfabeto latino). Con esta palabra designamos a una hambruna infringida, utilizada como arma de lucha política y genocidio, en la Ucrania soviética de 1932 a 1933 que costó entre 7 y 10 millones de víctimas; hecho que conmemora el pueblo ucraniano el cuarto sábado del mes de noviembre. El término fue utilizado por primera vez por el escritor Oleksa Musienko en un reportaje en febrero de 1988 a la Unión de Escritores Ucranianos de Kiev.
Existen debates académicos sobre la intencionalidad o no de la hambruna: un sector sostiene que se debió a un plan para eliminar al movimiento independentista ucraniano; otros sostienen que la hambruna no fue planificada, sino una consecuencia del proceso de industrialización soviético. Los críticos de dicho régimen afirman que fue artificial, creada por Iósif Stalin; por lo que el «Holodomor» cumpliría con la definición jurídica de genocidio. La periodista Anne Applebaum, por ejemplo, en una nota publicada en «El País» de España en 2019, sostiene que «Rusia sigue usando métodos de la URSS para controlar el poder», y que «la hambruna no fue causada por el caos ni por fallos, sino por culpa de las requisas, así que eso solo pudo ser intencional».
Hacia comienzos de la Unión Soviética en el marco de sus primeros «planes quinquenales» – programas económicos y productivos de 5 años para una rápida industrialización – se aplicó la llamada «colectivización forzosa», con el propósito de convertir al campesinado en proletario a través de granjas colectivas. Esta colectivización se centró en crear dos tipos de propiedad socialista: los колхоз (koljoses), grandes granjas cooperativas colectivas y, en menor grado los Совхоз (sovjoses) o granjas estatales que utilizaban mano de obra asalariada. A finales de 1927 estas políticas generaron una gran caída en las entregas de los productos agrícolas a los organismos del Estado que se agravó en 1928. La «crisis de las cosechas» (como se la llamó), hizo que muchos de los кулак (kulaks) – pequeños propietarios que se resistían a las colectivizaciones forzosas de sus tierras – desaparecieran de la escena pública, acusados de anti-socialismo, y deportados a campos de trabajo en Siberia.
Las reformas perjudicaron la producción alimenticia y propiciaron la intervención política sobre las regiones agrícolas, de modo que el trigo del Mar Negro, antes exportado, se utilizó para apagar las consecuencias de la crisis. Ya había existido un levantamiento de campesinos ucranianos entre 1918 y 1921; por eso, a raíz de la hambruna, Stalin bloqueó las fronteras de Ucrania y creó brigadas especiales de control. A partir de 1930 la GPU – la Dirección Política del Estado – comenzó la política de requisas de grano ucraniano, negando semillas y tiempo para nuevos cultivos. En la primavera de 1932 comenzaron las muertes: documentos mencionan niños con el vientre hinchado por hambre, familias que se alimentaron de hierba o cortezas de roble, incluso de perros y gatos. Algunos historiadores afirman que en las zonas más pobres se llegó al canibalismo y los cadáveres se amontonaron ya que nadie tenía fuerzas para darles sepultura.
El Estado soviético había programado eliminar a los kulaks y suprimir el nacionalismo ucraniano en el marco de la rusificación de Ucrania. Para ello se buscó suprimir idioma, cultura – escritores y artistas – y líderes políticos, ejecutados en las «purgas» entre 1929 y 1934; «nacionalistas burgueses» y «enemigos de clase» que debían ser eliminados, según el secretario de ese óblast (provincia), Járkov Pável Póstyshev.
El articulista de National Geographic, Josep Sadurní, en una nota de febrero de 2022 en relata que: «El 7 de agosto de 1932 se aprobó la Ley de las Espigas, que establecía castigos para todos aquellos que estuviesen en contra de la confiscación y, sobre todo, para todos los campesinos que se atreviesen a robar grano. De esa manera, se impusieron penas de prisión a muchas personas que fueron encarceladas en centros penitenciarios de las ciudades de Balashevo o Elan. A pesar de aquellas medidas, los robos fruto de la desesperación fueron tan elevados que las autoridades crearon tribunales para dictar penas de muerte a los saqueadores. Según registros de la época, bajo el paraguas jurídico de la Ley de las Espigas se ejecutó a 5.400 personas y 125.000 más fueron enviadas a los gulags de Siberia».
La palabra Holodomor se usa en específico para los sucesos ocurridos en Ucrania, aun cuando se provocaron hambrunas también en otras regiones de la URSS. Esta razón lleva a que algunos sostengan que estos hechos no se ajustarían a la definición de genocidio; ya que serían consecuencia de las políticas de industrialización contra la totalidad del pueblo soviético y no contra el pueblo ucraniano en concreto. La calificación de «genocidio» fue revocada en 2010 por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, luego de que el presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich hiciera dicha petición.
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