En la época del calificativo fácil

23/05/2022

Coluna Fictio Iuris

“Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien”. Paul Brulat

Hace pocos días, se desató una nueva polémica en México como consecuencia de la decisión del ejecutivo de contratar a 500 médicos cubanos para prestar sus servicios en zonas o comunidades apartadas de los núcleos de población. Más allá de si su servidor está de acuerdo o no, lo que me molesta de esta situación no es ni la cantidad de profesionales contratados, ni su nacionalidad. Tampoco me importa si son más altos o más bajos que los médicos nacionales o si son más guapos o más feos. Lo que realmente me preocupa es ver, de nueva cuenta, los movimientos y protestas de médicos bajo reclamos de que estuvieron trabajando junto con el Gobierno en la atención de pacientes afectados por Covid-19 y que, por ende, se les deben adjudicar plazas.

Es cierto que el artículo 7 de la Ley Federal del Trabajo reconoce un límite a la contratación de extranjeros en México, señalando que, salvo que no haya trabajadores mexicanos en una especialidad determinada, el empleador no podrá contratar profesionales foráneos, sin embargo, también es cierto que las plazas que van a cubrir los médicos cubanos son en comunidades apartadas en las que el difícil acceso o las fuertes carencias de la zona hacen que sean muchos los que se nieguen a desempeñar su profesión en esas condiciones. Habrá quien piense que estas palabras están presididas por el desconocimiento de la situación real, no obstante, recomendaré a esas posibles voces discrepantes que antes de emitir juicios de valor, sean prudentes, pues su servidor trabajó durante más de 7 años en el mundo del derecho sanitario mexicano, asesorando y defendiendo a profesionales de la salud frente a quejas, demandas y denuncias de pacientes. Es precisamente esta experiencia la que me habilita para señalar que a lo largo de ese tiempo no fueron uno, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino muchos y muy reiterados los supuestos que me encontré en los que los médicos, frente a una posible medida consistente en trasladarlos a zonas apartadas, preferían tramitar bajas falsas o plantear excusas inventadas. Por supuesto no puedo decir que esos casos representaran a toda la comunidad médica, sin embargo, sí ponen de manifiesto un dato, cuanto menos, interesante, que se debe considerar.

Por otra parte, me llama poderosamente la atención el hecho de que los médicos mexicanos reclamen las plazas bajo el argumento de que atendieron pacientes durante la pandemia de Covid-19. En este sentido, señalaré que ya abordé este punto de una forma somera en alguna columna anterior, pero como el argumento sigue siendo utilizado en la actualidad no puedo dejarlo pasar. El exigir una plaza de médico porque previamente se ha cumplido con una obligación del puesto o profesión como es el hecho de atender a pacientes, sería como que un bombero reclamara una plaza porque apagó un fuego, o como que un policía solicitara mejoras en sus condiciones por haber detenido a un delincuente. La obligación -y reitero la palabra obligación- de todo médico es atender a los pacientes que lo requieran, lo cual viene dado por, entre otras cosas, el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que establece que toda persona tiene derecho a la protección de la salud. En esta tesitura, apelar a un cumplimiento de una obligación para obtener beneficios laborales me parece pobre, penoso e injustificado; ahora bien, la publicidad que los medios de comunicación hicieron de los médicos durante la pandemia tampoco ayudó a lograr esta humanización de seres que, durante meses, fueron catalogados como poco menos que divinos.

Durante la pandemia, a diario se calificaba a los médicos como héroes cuando, en realidad, no estaban haciendo otra cosa que cumplir con su trabajo. A pesar de ello, estamos en la época del calificativo sencillo, facilón y populachero, por lo que etiquetar a una persona como héroe o ángel puede llegar a ser algo muy publicitario. El mayor problema llega cuando los individuos creen que, efectivamente, son héroes, pues generalmente la soberbia se apodera de ellos hasta el punto de llegar a situaciones como la actual en la que los médicos, bajo la reclamación de que estuvieron presentes en la pandemia, ya deben ser considerados como seres especiales que deben contar con una plaza automáticamente asignada.

Con todo ello, no es mi deseo descalificar o menospreciar a la profesión médica, sino más bien intentar que, muchos de los integrantes de este colectivo, aterricen sus pies en el mundano suelo que nosotros, los mortales, pisamos, al mismo tiempo que visualicen que la labor que desempeñaron no fue otra cosa que la materialización de sus obligaciones como profesionales de la salud. En cada profesión existen toda una serie de obligaciones y el hecho de cumplirlas no habilita el reclamo y otorgamiento de mejores condiciones, pues se trata de una circunstancias o cuestiones inherentes al propio trabajo a desempeñar.

 

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