EL LADO OSCURO DE LOS NÚMEROS

19/03/2018

Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido,

sino la intencionalidad de quien miente
 Jacques Derrida 

Hoy en día lo importante se mide, tiene criterios de valoración, simplificados en números, porcentajes, estadísticas, rankings, y con eso pasa a ser una realidad, son datos duros e indispensables que nos proporcionan resultados que muchos han considerado contundentes, como si estos conformaran la verdad absoluta e innegable, y aunque no se puede negar su relevancia para el mundo de las ciencias -especialmente para las ciencias naturales- esta importancia ha sido magnificada con frecuencia, tal vez principalmente porque permiten evitar un debate de fondo indeseable, toda vez que los números suelen maquillar muchas verdades, engañan y distorsionan el significado de lo real, convirtiéndolos así en falacias de verdades a medias.

El discurso de género adolece de este vicio. Se ha buscado persistentemente justificar un avance en esta materia a través de ellos, dando cifras del aumento de las mujeres en diferentes ámbitos como el escolar o el profesional –con cuidadoso mutis hacia el incremento de los feminicidios-, sin embargo, estos números que son mostrados con mucho orgullo, esconden un trasfondo que cambia todo. Así, por ejemplo, el incremento en el acceso de las mujeres a los distintos niveles escolares no se ha presentado de forma homogénea en todas las carreras universitarias, aún hay muchas profesiones que siguen siendo eminentemente de varones y, en las que sí existe un repunte de mujeres, estas cifran disminuyen mientras los años escolares van avanzando, hasta el punto de que en nivel de posgrado estos números vuelven a desplomarse. ¿Dónde quedan todas esas mujeres? Ahora bien, aunque actualmente hay más mujeres laborando, ellas no llegan a los puestos directivos de más trascendencia, los que primordialmente son ocupados por el género masculino, teniendo en contra los suelos pegajosos y los techos de cristal, entonces ¿de qué nos sirven tantos números que acotan la perspectiva a un escenario real?

El silencio que esconden los números ha llevado a olvidar que, por debajo de ellos persiste en la cultura, las costumbres y la idiosincrasia de muchos países, ideas que subyacen en el imaginario social tan ancladas que han implicado un trato diferenciado que no se dice, que no se demuestra abiertamente por resultar políticamente incorrecto, sino en conductas u omisiones que se realizan entre risas, chistes, miradas, espacios convencionalmente acordados sólo para convivencia entre hombres, hechos consentidos por el silencio, acciones diarias que no logran percibirse porque son minimizadas como algo natural, en general, son pequeños detalles que matan suavemente las libertades femeninas.

Estos actos que sutilmente se realizan de forma cotidiana son complicados de probarse, incluso de ser explicados; implica el transitar sobre una muy delicada línea que va de la cordialidad y condescendencia  a la disminución de la mujer, estos actos tienen diferentes formas y pueden llegar a expresarse de forma sutil o incluso de formas silenciosas -no dichas- sólo pensadas y demostradas, como por ejemplo expresar palabras o frases que en principio parecieran halagadoras o amables, que adjetivan a la mujer como “hermosas, guapas, preciosas”; decidir destinar a la mujer a ciertas tareas o no ser contemplada para ciertos puestos por considerar protegerlas o no exponerla a ciertas situaciones en un afán proteccionista hacia un “algo” que consideran más débil o desprotegido, lo que impacta negativamente y acaba desdibujando el potencial de la mujer; hacer de las decisiones una cosa de hombres, excluyendo la participación de las mujeres mediante acuerdos informales o pactos realizados fuera de la escena pública; o, aceptar como una verdad que las mujeres son culpables de su desgracia, ya que ellas incitan al machismo, toda vez que “son las mujeres las que enseñan a los niños”, lo cual implica, por una parte aceptar nuevamente que exclusivamente la mujer es la encargada de la educación de los hijos y, por otra, ignorar que los hombres en gran medida ayudan a perpetuar las prácticas machistas que tanto daño hacen a la sociedad.

Nos hace tanta falta trabajar en conjunto, entender que la convivencia en igualdad de oportunidades y equidad de género sólo trae más ventajas y avance para hombres y mujeres, y sobre todo entender, de forma clara, que los números por sí mismos nos brindan verdades atenuadas, y que una verdad a medias, será tarde o temprano, una mentira completa.

 

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