Toda opresión crea un estado de guerra
Simone de Beauvoir
Actualmente, el Día Internacional de la Mujer se conmemora cada 8 de marzo, este día nos hace recordar que la mujer ha tenido un papel secundario en prácticamente todos los ámbitos, y que para lograr alcanzar sus metas ellas deben superar innumerables obstáculos.
A lo largo de los años ha habido muchos intentos por alcanzar el reconocimiento de los mismos derechos de los cuales gozan los hombres, algunos de estos intentos no fueron fructíferos, como la histórica Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana redactada por Olympe de Gouges en 1791. Pese a ello, en diferentes épocas y lugares se han generado grandes avances: el sufragio femenino, el acceso de las mujeres a la educación, el derecho a trabajar, incluso el derecho a poder vestir la ropa que se desee, y en tiempos más recientes en algunos países las mujeres han logrado el reconocimiento del derecho a decidir sobre su propio cuerpo; en resumen, las mujeres han sostenido un largo trabajo en búsqueda de una vida libre de cualquier forma de violencia, producto de ser mujer, de tal forma que puedan tener un desarrollo pleno en la sociedad.
Lamentablemente, aún quedan muchas dificultades por vencer, una de ellas es nombrada “techo de cristal”, expresión que hace referencia a las trabas estructurales que impiden a las mujeres tener presencia como líderes en empresas u organizaciones, en general, a tener cargos directivos. Es cierto que no existe ley escrita alguna que textualmente limite las oportunidades laborales de las mujeres impidiéndoles ascender y es precisamente por ello que es un techo “de cristal” dado que no es necesario un escrito lleno de limitaciones hacia la mujer, sino que es un conjunto de comportamientos e ideas, de estereotipos y prejuicios.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, un 76.9% de empresas mantienen la idea de que para tener una carrera profesional exitosa se debe de estar disponible para trabajar en todo momento y lugar, es decir, que las personas que van a estar en los puestos de liderazgo deben de tener la posibilidad de trabajar horas extras, de presentarse fuera del horario de trabajo, de dedicar todo su tiempo a ello.
Por otro lado, están presentes los roles de género que le han impuesto a la mujer un papel de cuidado, las mujeres dedican el triple de tiempo que los hombres a los trabajos no renumerados como atender a la familia y la realización de las tareas doméstica. ¿Cómo se espera que en una sociedad que le exige a la mujer cumplir con el rol de cuidadora, de madre, de ama de casa durante todo el día tenga al mismo tiempo las posibilidades de desarrollar plenamente sus capacidades laborales, para lograr ascender? Se espera que las mujeres trabajen como si no tuvieran otras actividades que hacer, al mismo tiempo que también se espera que sigan haciendo todas las tareas del hogar como si no trabajaran. Tan solo en México las mujeres dedican el 74% de su tiempo a realizar dichas tareas, mientras que los hombres tan solo dedican el 23% de su tiempo, esto de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
El estereotipo de género considera a la mujer como un ser irracional, solo emocional y por ello, sin capacidad de liderazgo, pues este reservado para el género masculino de mente fría; es ese mismo estereotipo que atribuye a la mujer solo una función reproductiva, la cual la hace ver como poco productiva e ineficaz. Todas estas y muchas otras son ideas que deben de erradicarse para que las mujeres puedan desarrollar su potencial profesional.
La brecha de poder también se encuentra presente entre líderes mundiales, de las 193 jefaturas de gobierno alrededor del mundo, a inicios del 2020 solo 12 eran mujeres, lo que representa tan solo el 6.2%, esto de acuerdo con el mapa “Mujeres en la política: 2020”, elaborado por ONU Mujeres. Incluso en los escaños parlamentarios la representación de la mujer, en promedio mundial, es de solo el 24.9%.
Esos porcentajes tan pequeños representan un gran logro, pero el panorama no es tan prometedor pues se estima que al ritmo actual tendrán que pasar 130 años para lograr la paridad de género en las jefaturas de gobierno y 40 años para alcanzarla en las legislaturas.
Pero no solo en los cargos públicos hay pocas mujeres, sino también en las empresas. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, para el 2019 en el plano mundial tan solo el 27.6% de los puestos directivos eran ocupados por mujeres mientras que en el restante 72.4% eran ocupados por hombres.
Otra muestra de la desigualdad laboral entre hombres y mujeres es la percepción del salario. Las mujeres suelen tener sueldos menores a los de los hombres en el desempeño de los mismos trabajos y, si bien la igualdad de salarios ha sido una demanda de las mujeres durante muchos años, faltan por lo menos 257 años para alcanzar dicha igualdad, esto de acuerdo con el Foro Económico Mundial. La relevancia de este problema tuvo como resultado que en el 2020 la Asamblea General de la ONU declaró el 18 de septiembre como el Día Internacional de la Igualdad Salarial, toda vez que por cada dólar que un hombre gana, una mujer no llega ni a los 80 centavos.
Todo esto repercute en la vida de las mujeres de manera económica pues su poder adquisitivo es menor al de los hombres; incluso de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, si las mujeres contaran con los mismos ingresos que los hombres, habría un incremento de 172 billones de dólares en la riqueza mundial.
Pero el poder adquisitivo no es lo único en lo que las mujeres se ven limitadas, sino en su propia independencia monetaria, puesto que de cierta forma esta desigualdad las hace un poco más dependientes de los hombres.
A las mujeres alrededor de todo el mundo les quedan muchas cosas por las cuales luchar, muchos derechos que alcanzar y es por eso que este 8 de marzo ni la pandemia detuvo a las mujeres, pues si bien en varios lugares no fue posible salir a las calles, hicieron uso de las redes sociales de forma masiva para hacerse presentes, para hacerse oír y manifestar que no callaran hasta tener el reconocimiento de un verdadero ejercicio de todos los derechos, para todas las mujeres.
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