El agujero del racismo y la xenofobia - Por Abril Uscanga Barradas

22/01/2018

“Todos los días viajo en subte y siento las miradas de desprecio, el vacío que me hacen. Y yo quisiera hablar, explicar cuánto quiero integrarme. He ido a la universidad en mi país, soy sano. Pero muchos creen que somos sucios, que traemos enfermedades".

Este testimonio tomado de una huelga de inmigrantes realizada en 2010, denominada “24 horas, de Italia sin nosotros" contra la xenofobia y el racismo, es sólo un ejemplo del dolor que viven muchas personas, en todas partes del mundo, y nos hace recordar qué tan lejos estamos de la idílica utopía de la consolidación de los ciudadanos del mundo.

Al contrario de lo que creemos, el mundo no se ha volcado al humanismo; existe un incremento importante de casos de racismo y xenofobia, los partidos ultranacionalistas han logrado más votos, los movimientos fascistas y nazistas quieren revivir, el discurso de odio está al día, no sólo abanderado por grupos pequeños sino por políticos y mandatarios, la posibilidad de un conflicto armado es latente, la democracia como forma de gobierno se cuestiona y los derechos humanos son cartas de buenas intenciones. En estos tiempos, tenemos que recordar contantemente que más allá de un color, una religión o una preferencia, todos somos hombres y mujeres con igual valía, que todos somos personas y que el hecho de haber nacido en un territorio más o menos privilegiado es mera suerte y no un mérito propio.

En este mismo sentido, recordamos la polémica relativa a las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, las que van desde la obstinada idea de construir un muro entre EE.UU. y México, hasta los comentarios referentes a que los mexicanos trafican drogas, generan crimen y son violadores, así como la supuesta mención de que todos los haitianos tienen SIDA, su interés férreo por eliminar el DACA, la orden ejecutiva que prohibía la entrada a personas pertenecientes a siete países musulmanes (Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudan, Siria, Yemen) y, ahora, dando pie a nuevas críticas, y aunque no existe una fuente oficial que las confirme tampoco las han desmentido por completo. En este caso, el escándalo surgió durante una reunión en la Casa Blanca con senadores demócratas y republicanos en la que se analizaba una propuesta de reforma migratoria que al parecer no agradó a Trump, quien de acuerdo a informes en los medios de comunicación de Estados Unidos como The Washington Post y el New York Times, expresó: “¿Por qué estamos teniendo aquí a todas estas personas de países de mierda?” refiriéndose especialmente a ciudadanos de naciones africanas, Haití y el Salvador, y lamentándose de que la migración que recibe EE.UU. no fuera de países como Noruega.

Las reacciones generadas han sido enérgicas pero no suficientes como para ruborizar al mandatario, quien se defiende diciendo que no es racista, sin embargo, el portavoz de la Casa Blanca, Raj Shah, no negó que Trump haya referido las palabras shithole countries.

Esto sólo se suma a las varias barbaridades que rompen la diplomacia que se espera de un Jefe de Estado, máxime cuando hablamos del que se entiende como el país más poderoso del mundo, a quien se le ha considerado como imprudente, loco, peligroso, incluso se ha cuestionado si carece de facultades mentales, y como consecuencia ha tenido que presentar públicamente los resultados del examen que le practicó el médico de la Casa Blanca para despejar las dudas y brindar tranquilidad frente a los detractores.

¿Cómo podrían pasar desapercibidas o sin mayor trascendencia conductas que dañan gravemente las relaciones de Estados Unidos con el mundo? aunque lo más grave es que ha surgido una ola de audaces políticos que desafían los avances que ha presentado la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, para volver a seducir a los poderosos en una distinta vuelta a la oscuridad de la historia mundial, ejemplo de ello son grupos políticos ultranacionalistas y los movimientos neofascistas que se han avivado en todo el mundo, como en Italia, país que considera que la “invasión” de inmigrantes quieren destruir la clase media, la familia y los principios fundamentales de la nación, así como el actual presidente de la República Checa, Milos Zeman, catalogado como políticamente incorrecto, descarado y provocador, enemigo de las políticas de refugio, generador de divisiones en su nación con ideas islamófobas y que sostiene mala relación con los periodistas, vegetarianos y ambientalistas.  

La mayoría de estas situaciones parecieran sacadas de una comedia, pero no podemos ceder ante esta situación que va empujando el mundo a una nueva lucha que definirá, en gran medida, el destino de muchas naciones y que determinará si estamos condenados a volver a repetir la historia.

 

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