La muerte no se reparte como si fuera un bien.
Nadie anda en busca de tristezas
Juan Rulfo
Uno de los temas fundamentales, de urgente atención en México está relacionado con la pobreza, ya que esta imposibilita a la población a tener acceso a una vida digna y desarrollar un plan de vida, así como elimina o limita el acceso a: la educación, los servicios de salud, la seguridad social, una adecuada alimentación, una vivienda digna, o el uso de servicios básicos, entre muchas otras cosas.
En este sentido, recordemos que, de acuerdo a la medición de pobreza realizada por el CONEVAL en 2018, en México lamentablemente el 41.9 por ciento de la población (52.4 millones de personas) se encuentran en situación de pobreza; el 7.4 por ciento de población (9.3 millones de personas) se encuentran en situación de pobreza extrema; 6.9 por ciento de la población (8.6 millones de personas) se encuentran en una situación vulnerable en razón de ingresos; 29.3 por ciento de la población (36.7 millones de personas) se encuentran en una situación vulnerable en razón de carencias sociales; mientras que en contraste, únicamente el 21.9 por ciento de la población (27.4 millones de personas) se encuentran fuera de una situación de pobreza y no son vulnerables.
Adicionalmente a lo anterior, es de mencionarse que México está evaluado por la OCDE como uno de los países con más desigualdad y pobreza y, aunque los últimos informes revelan que el país ha avanzado -en gran medida en la última década- en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, México se sigue ubicando por debajo del promedio en las dimensiones de empleo y remuneración, satisfacción, estado de la salud, calidad medioambiental, vivienda, ingreso y patrimonio, sentido de comunidad, balance vida-trabajo, seguridad personal y, educación y competencias.
Habiendo mostrado los anteriores datos, para identificar y definir el problema actual debemos reconocer que, en México, los indicadores de carencia social son terriblemente abrumadores y, que existe una responsabilidad Estatal de brindar a su población un mejor estándar de vida a través de la adecuada definición de programas sociales y de políticas públicas a mediano y largo plazo que permita a la población autodeterminar conscientemente su vida.
Es así que, la importancia de la evaluación y la medición está relacionada con proporcionar elementos para mejorar las políticas públicas tendientes a la superación de la pobreza en México, de tal forma que en los diferentes órdenes del Estado (federal, estatal y municipal) se puedan identificar las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, para así redoblar los esfuerzos institucionales, así como ubicar las regiones del país donde es necesario reforzar la atención prioritaria de la población en situación de pobreza o vulnerabilidad económica o social.
Es evidente que México necesita nuevas estrategias para impulsar: el crecimiento, combatir la pobreza y mejorar el bienestar de su población, realizar análisis de riesgos sociales oportunos, desactivar la brecha entre la economía de las diferentes zonas de la República Mexicana, generar un crecimiento más incluyente y sostenido que permita fortalecer los vínculos e interacciones entre la población y el gobierno, así como generar estructuras gubernamentales que entiendan las necesidades diferenciadas que existen entre los diferentes sectores de la población, especialmente los sectores más vulnerables. Por el bien de México, que así sea.
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