Soy un caminante lento, pero nunca caminaré hacia atrás
Abraham Lincoln
México es un país lleno de contrastes, marcado por el clasismo, con un territorio que significa la última frontera antes del tan anhelado sueño americano que coloca al país en una posición estratégica en términos de comercio exterior y paso migratorio obligado, sin embargo, esto también genera complicaciones, ya que los cárteles ocasionan violencia debido a la lucha por el territorio de paso de la droga hacia Estados Unidos. Lo anterior representa un gran reto de prioritaria atención, especialmente en periodos electorales.
Las últimas elecciones en México fueron las más importantes del último siglo, con una lista nominal de electores de poco más de 89 millones de personas. Esta importancia no solo vino ocasionada por el elevado número de electores, sino también por dos factores pues, por una parte, se trató de un evento histórico debido al número de ciudadanos que acudieron a votar y, por otra, por la gran cantidad de cargos de elección que se decidieron -candidatos a gobernadores, un jefe de gobierno, alcaldes, concejales, regidores, juntas municipales, sindicaturas, senadores y diputados locales y federales-, con un total de 18.311 puestos públicos en un solo proceso.
La izquierda mexicana hoy representada por el partido político Morena, constituido formalmente en 2014, ganó no sólo las elecciones presidenciales, sino la mayor parte de las candidaturas de todos los niveles de gobierno con un triunfo abrumador.
Los resultados de estas elecciones se han considerado como un voto de castigo contra el gobierno repartido hegemónicamente entre dos partidos (PRI/PAN) que no entendieron a sus gobernados, ni sus señales de hartazgo con respecto a la pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, violencia, centralismo, cinismo y prepotencia de las autoridades.
Un triunfo contundente con grandes ventajas porcentuales en los resultados electorales preliminares, que se dieron en su mayoría en condiciones de gran civilidad en las urnas; no obstante, es imperioso recordar que estas elecciones ya se había manchado por una violencia sin precedentes con un aproximado de 150 candidatos asesinados a lo largo del país y una sociedad con una fuerte polarización por preferencias partidarias y descalificaciones que enfrentaron posturas ideológicas de los ciudadanos.
La alternancia ahora será conducida por un candidato que, hasta este momento, es más amado que odiado, sin embargo será un gran reto para el virtual ganador de la presidencia el cumplir todas las promesas de campaña con un presupuesto limitado, pero eso sí, con una fuerza política y social que ninguno de los recientes presidentes han tenido, lo que le dará la posibilidad de grandes reformas legislativas y constitucionales, todo lo cual constituye una ventaja pero, también, un motivo de preocupación ante la posible falta de pesos y contrapesos, el debilitamiento de la división de poderes y el peligro de la vuelta a un presidencialismo fuerte.
En esta ocasión, se mostró nuevamente que el bajo grado de satisfacción en el mundo con respecto a la democracia obligará a muchos gobiernos a transitar por cambios sin precedentes, por lo que debemos estar a la altura de los retos que esto representará.
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