¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!
Miguel de Cervantes
Pocas relaciones están marcadas por tantas rupturas, reconciliaciones y conflictos como la de Cuba y Estados Unidos; países que hoy en día muestran una nueva separación pero, para entender como llegaron a esto, es necesario voltear la mirada a los inicios de su relación.
La primera vez que se establecieron relaciones diplomáticas entre ambos países fue en 1902, aunque fue hasta 1923 cuando se abrió la primera embajada estadounidense en Cuba. En general, todo marchó bien entre estos dos países hasta que la Revolución Cubana triunfó.
Fidel Castro describió su revolución como marxista, socialista y leninista, lo que derivó en que el presidente Dwight Eisenhower decidiera romper relaciones con Cuba, pero eso solo era el inicio, ya que posteriormente Estados Unidos ordenó el embargo económico y comercial a la isla, prohibiendo la importación de toda mercancía cubana a territorio estadounidense, al mismo tiempo que se enviaron a mercenarios cubanos entrenados por las fuerzas americanas, con el objetivo de debilitar militar o económicamente al gobierno cubano.
Estados Unidos de América aprobó en 1966 la Ley de Ajuste Cubano, en virtud de la cual los inmigrantes ilegales pudieron adquirir la condición de residentes permanentes. Posteriormente, en 1977, Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, le propuso a Fidel Castro que se fijaran una “secciones de intereses” tanto en Washington como en La Habana, con el objetivo de establecer relaciones diplomáticas sin llegar a constituir embajadas.
En 1992, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Torricelli, con la que se endureció aún más el bloqueo que, para entonces, llevaba ya 30 años. Con esta política de bloqueo, el gobierno norteamericano impidió a subsidiarias de empresas estadounidenses comercializar con la isla, así como también prohibió que cualquier barco que hubiera estado en territorio cubano pudiera entrar a territorio estadounidense.
Cuando desapareció la URSS, Cuba perdió su mayor apoyo económico por o que, considerando esta pérdida y las limitaciones impuestas por Estados Unidos, Fidel Castro autorizó en 1993 que los emigrados enviaran remesas a sus familiares, aunque fuera en dólares, pese a que la tenencia de dólares había estado penalizada con anterioridad. Aunque esta medida tenía como meta paliar la crisis que se vivía en la isla, también tuvo consecuencias negativas como la disminución del valor del peso cubano.
Como medida para reparar esta depreciación del peso, Fidel Castro decidió crear una nueva moneda cubana, el peso convertible cubano, que serviría para los cambios con otros países, principalmente en las remesas, aunque el valor del peso cubano frente al dólar era demasiado bajo, pues en 1993 un dólar estadounidense valía alrededor de 20 y 21 pesos cubanos normales.
Posteriormente, en el año 2000, el presidente Clinton creó la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones, con la que se autorizaba la exportación de productos agrícolas a Cuba, siempre y cuando se hubiera pagado en efectivo y por adelantado.
Tuvieron que pasar más de 10 años para que, finalmente, durante el segundo mandato de Barack Obama, la postura de Estados Unidos hacia Cuba volviera a ser amigable; toda vez que durante este periodo de gobierno estadounidense se levantaron las restricciones de viajes y de envíos de remesas a Cuba. Cabe señalar que, para este entonces, ya no era Fidel quien gobernaba en Cuba, sino su hermano Raúl Castro.
Con el trabajo de Obama y de Raúl, se lograron restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países con las reaperturas de la Embajada de Cuba en Washington y la de Estados Unidos en La Habana; acto que fue concretado en septiembre de 2015 después de más de 50 años de fuertes tensiones diplomáticas.
Otra muestra de la intención de Obama de volver a conectar con Cuba se manifestó en el hecho de que el gobierno norteamericano eliminó a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo. La relevancia de que se exluyera a Cuba de esta lista es muy importante, pues esto supuso que se le dejaran de aplicar algunas sanciones que son comunes a los países que Estados Unidos considera patrocinadores del terrorismo. De igual forma, las nuevas directrices tendentes al reencuentro de posiciones se tradujeron en la eliminación de la medida que prohibía a los turistas estadounidenses regresar a su país con productos cubanos como el alcohol y el tabaco.
Hoy en día, el gobierno de Donald Trump ha vuelto a implementar varias políticas restrictivas hacia Cuba. Algunos ejemplos de ellas se dieron en 2019, cuando fueron prohibidos los viajes educativos y los cruceros que llegaban a Cuba, limitando el turismo entre ambos países, pues solo quedaban permitidos los viajes para visitar familiares o para labores periodísticas o deportivas. Además, se limitaron las remesas, ya que se ordenó que la cantidad máxima enviada por trimestre sería de mil dólares; medida que afectó directamente a varias familias cubanas cuya fuente de apoyo han sido las remesas que sus familiares emigrados les hacen llegar.
No contento con estas restricciones, recientemente se han agregado la suspensión de la mayoría de los vuelos comerciales y chárter, así como la limitación de suministro de petróleo, y la posibilidad de que Cuba regrese a la lista de estados patrocinadores del terrorismo.
El conflicto entre Cuba y Estados Unidos inició hace casi 60 años y aún no ha sido resuelto. Trump prometió en la campaña electoral deshacer lo que él ha denominado un mal acuerdo con Cuba, lo que ha ocasionado que la relación haya empeorado. Ahora nos podemos preguntar si la historia se repetirá a los ojos de una comunidad internacional callada e indolente frente a las prácticas de la ley del más fuerte.
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