Uno debe ser por tanto un zorro para reconocer trampas
y león para asustar a los lobos
Nicolás Maquiavelo
El revés que el presidente Donald Trump le ha dado a los acuerdos del G7 y su nueva floreciente relación con Corea del Norte son tan extrañas y dejan tantas preguntas sin respuestas claras que sólo se me ocurre expresarlas con la frase “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, se comprometieron en días pasados a trabajar hacia la completa desnuclearización de la península coreana.
Los acuerdos fueron vagos, únicamente respaldados por la buena fe de ambos (esperando que exista). Los compromisos fueron escuetos y residieron en que Trump le ofreció a Corea del Norte garantías de seguridad "no especificadas", gesto cuya imprecisión iguala el compromiso de Kim para "trabajar hacia la completa desnuclearización de la península coreana".
Muchos han especulado respecto a quién ganó más con el encuentro entre los dos mandatarios. Por una parte, Kim quiere conseguir dinero y necesita librarse de las sanciones y, por otra, se ha dicho que Trump lo hace con el afán de ganar el Premio Nobel de la Paz –dicho sea de paso, el presidente de Corea del Sur lo ha considerado un digno candidato- debido a sus esfuerzos de reconciliación entre las dos Coreas, lo que le pondría en el nivel de figuras como Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Martin Luther King, incluso, habría que mencionar que cuando se le ha preguntado, él mismo ha respondido “todo el mundo cree que me lo merezco”, ¿Acaso no parece una broma de mal gusto? Lo que parece, al menos, es que los dos –Trump y Kim Jong-un- están dispuestos en seguir, por el momento, en el juego Ganar-Ganar, ahora bien, la pregunta es: ¿hasta cuándo resistirán?
Las dos naciones que hasta hace poco eran enemigas, al menos de palabra, se han acercado, y de las amenazas pasaron a las sonrisas y el apretón de manos, llegando al punto de que al final de la reunión, Trump etiquetó el encuentro de "honesto, directo y productivo"; muy distinto a lo que sucedió en la cumbre del G7 realizada con anterioridad a la visita.
La cumbre del G7 es el foro que reúne a los líderes de los siete países más industrializados del planeta, en el que además de EE.UU. participan Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón. Esta cumbre parece haber estado llena de momentos de tensión y, aunque parecía que al final habrían llegado a un consenso, Estados Unidos de América dio marcha atrás respecto a su aprobación del acuerdo surgido a raíz de la convención. En particular, el presidente estadounidense arremetió contra el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a quien etiquetó como “deshonesto y débil” y, decidió desaprobar y no suscribir el documento final de la cumbre.
Donald Trump ha convertido a los amigos en enemigos y a los enemigos en amigos, lo que ha hecho que las relaciones de EE.UU. se hayan convertido en un tablero muy complicado de jugar, incluso para los profesionales de la política y la diplomacia.
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