Adiós a Rajoy

04/06/2018

"La corrupción raras veces comienza por el pueblo"

Montesquieu

Mariano Rajoy, quien desempeñaba la presidencia del gobierno español desde diciembre de 2011 y había repetido mandato tras las elecciones de 2016, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno español que cae por una moción de censura desde que se restauró un sistema democrático en el país ibérico; moción presentada en su contra por Pedro Sánchez, líder del opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y que, como si de una jugada de ajedrez se tratara, ha pasado a ser el actual presidente.

Este movimiento de piezas en el ya de por sí convulso tablero político español tras las movilizaciones independentistas es resultado de los casos de corrupción en los que se ha visto implicado el Partido Popular (PP) con motivo del asunto de financiación ilegal conocido como el “caso Gürtel”, entendido como la mayor trama de corrupción en la España democrática contemporánea. Se puede decir que este caso inició en 2007, cuando un exconcejal del PP denunció ante la Fiscalía los tejemanejes que estaban ocurriendo en el seno del partido, sin embargo, es importante recordar que a pesar de que esta problemática comenzó a efectos oficiales en el año 2007, las operaciones de la trama se remontan a la etapa de José María Aznar y llegan hasta el mandato de Mariano Rajoy.

Los delitos por los que se han condenado a 37 personas (hasta ahora), son múltiples: asociación ilícita, fraude a la administración pública, cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación, prevaricación, blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda pública, tráfico de influencias, apropiación indebida, exacciones ilegales o estafa procesal intentada. Al parecer, lo anterior se generaba a través de una contabilidad paralela de dinero negro proveniente de donaciones o sobornos de empresarios que buscaban conseguir contratos de todo tipo de administraciones gobernadas por el Partido Popular.

La investigación desarrollada hizo posible llegar a dos de los puntos prioritarios de la sentencia, los cuales fueron: 1) la condena al Partido Popular, como partícipe a título lucrativo; y, 2) la duda que puso la Audiencia Nacional sobre la credibilidad del presidente Rajoy, quien había comparecido como testigo en el proceso. Lo anterior fue, en gran medida, lo que llevó a la pérdida de confianza en el Congreso de los Diputados y dio pie a la moción de censura contra el hasta entonces presidente.

Pedro Sánchez, después de ganar la moción de censura, es ahora el séptimo presidente de la democracia en España, pero un presidente con muchos compromisos y deudas hacia los que lo apoyaron, pues basta mencionar que contó con los votos a favor de Izquierda Unida y Podemos, así como de los nacionalistas catalanes y vascos, teniendo como resultado la consecución del voto de 180 de los 350 diputados, es decir, 4 votos más de los necesarios para hacer que la moción prosperara.

El líder socialista llegó a La Moncloa con la promesa de convocar elecciones -aunque hasta ahora no se ha indicado ninguna fecha- y haciéndose con un gobierno que tendrá que tomar importantes decisiones que precisarán el rumbo del país, como por ejemplo definir la conformación de su nuevo gobierno, negociar con los independentistas catalanes, lograr la estabilidad política, gestionar los altos niveles de deuda pública y reducir las altas tasas de desempleo, entre muchos temas prioritarios.

Tal vez el único consuelo que le puede quedar al PP es que Mariano Rajoy quedará para siempre en nuestros recuerdos a golpe de sus célebres frases, como: “somos sentimientos y tenemos seres humanos”, “lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente”, “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles”; todas ellas grandes demostraciones de la oratoria –entiéndase el sarcasmo- que ponen en evidencia la cada vez más discutible preparación que dicen tener los políticos actuales; y es que la crisis que atraviesa la política moderna mundial evidencia que no solo se limita a cuestiones de posibles actos de corrupción o malos manejos, sino que también pone sobre la mesa una preocupante y muchas veces desatendida o disfrazada falta de capacidad de los políticos para ser dignos mandatarios y cabezas visibles de la sociedad a la que representan.

 

Imagem Ilustrativa do Post: Torre Oeste de Parque Central // Foto de: Saúl Briceño // Sem alterações

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